Para muchos de nosotros el proceso de tomar decisiones es más difícil que la decisión en si, con esto quiero decir que el proceso es largo, reflexivo y a veces nos estancamos. Por otro lado la decisión es acción, resolución y avance.
¿Cómo hacer para que el proceso sea corto, activo y no nos detenga?
Muchas veces esto tiene que ver con la sobre evaluación de las variables involucradas, ósea queremos que sea la mejor decisión (sin saber bien lo que esto significa), que tenga el menor costo posible (monetario, emocional o espiritual), y no nos queremos equivocar.
Tenemos miedo de perder algo que no sabemos bien que es, no queremos arrepentirnos y queremos que esta decisión sea determinante.
Es difícil evaluar un futuro que no vemos y que solo suponemos, aún más difícil evaluar resultados sin tenerlos, y como no tenemos claridad respecto de lo determinante en la vida, entonces no sabemos bien que terreno pisamos.
Imagínate que es como caminar a ciegas por un camino que no conoces.
La toma de decisiones es un proceso no un resultado, tenemos que buscar formas de decidir en completa conciencia y total presencia.
Una buena manera de hacerlo es considerando los valores que te mueven en la vida. Pregúntate que hace que tu vida valga la pena vivirla, que es lo que te hace estar conectado, no solo a ti mismo sino también a quienes amas.
Nuestras decisiones nos ayudan a definir quienes somos y como nos paramos en la vida. Cuando decidimos en coherencia (ósea se siente bien en el cuerpo) entonces estamos en el camino que queremos.
Esto no significa no tener miedo o no sentirse inseguro, solo significa que el camino de acción, resolución y avance que has decidido tomar, grita al mundo quien eres tú.
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For many of us the decision making process is more difficult than the decision itself. With this I mean that the process is long, reflective and sometimes it blocks us. On the other hand, a decision is action, resolution and progress.
How do we make the process simple and effective?
Many times we over analyze the variables involved in the process. That is: we want to make the best decision (without knowing what this means), we want the lower cost (financially, emotionally or spiritually), and we do not want to be wrong.
We are afraid of losing something that we do not know well what it is, we do not want to regret it, and we want this decision to be definitive.
It is difficult to evaluate a future that we are not fully conscious of. It is even more difficult to evaluate results without having them. Since we do not have the clarity regarding what is determinant in life, then we do not know well what terrain we are walking into.
Imagine that you are walking blindly on a path you have never been on.
The decision-making is a process not a result. Therefore in order to make the decisions we need to, we have to look for ways of deciding in complete consciousness and full presence.
A noble way of doing it is to consider your values that drive your life, those that are at the core of who you are. Ask yourself what makes your life worth living; what keeps you connected, no just to yourself but also with the people you love in your life.
Our decisions help us define who we are and how we stand in life. When we are coherent in our decisions, when it feels good in the body, then we are on the path we want.
This doesn’t mean that we are not afraid or insecure, it only means that the road to action, resolution and progress, speaks to the world of the person that you are.