Marcela y yo nos conocemos desde antes de nacer. Nuestras abuelas eran vecinas y nuestras madres amigas de fiesta y salidas clandestinas, nosotras simplemente continuamos con esta amistad, que con el tiempo hemos hecho crecer. Nos ha tocado a nosotras incorporar la tecnología para sostener la esencia del cariño.
No existe un periodo de mi vida en donde ella no haya estado presente. Gateamos juntas, comimos del mismo plato, compartimos la ropa, la cama, el gusto por el baile y las fiestas. Marcela es una amiga especial; siento que la descripción más acertada es una hermana cómplice.
Durante estos años nos han unido nuestras experiencias compartidas y las largas charlas por teléfono; hoy por hoy no nos vemos mucho porque vivimos en países diferentes.
Marcela se casó, tuvo 3 hijos y se dedicó a apoyar a su familia tanto en lo laboral como en lo doméstico. Sin suscribirse a patrones estrictos, de alguna manera su vida ha transcurrido en forma bastante tradicional. No tuvo nunca un perro, y tampoco plantas, creo que era la parte rebelde de la vida en familia.
Yo por mi lado también me casé, tuve 3 hijos y también apoye a mi familia en lo laboral y doméstico. Mis patrones no se ven conservadores desde afuera, pero a mi juicio sí lo son. Desde hace años vivo fuera de mi país y he optado por adaptarme y flexibilizar frente a otras formas de vivir la vida.
Muchas veces en nuestras conversaciones, Marcela me preguntaba de mis viajes y de mi vida fuera del país. Hacía comentarios al aire de lo entretenido que podría ser para ella viajar y visitar lugares que parecían tan lejanos.
Poco a poco, Marcela se puso seria con el tema de viajar y comenzó a reunir dinero, motivación y valentía para emprender su aventura.
Se contactó con amigos que vivían en algunas de las ciudades que visitaría para tener un lugar donde llegar, y en algunos casos alojamiento; sin embargo, en oportunidades tendría que estar sola. Era lo que más le preocupaba, ya que nunca hasta había viajado totalmente sola por países en donde no conocía el idioma y tampoco la cultura.
Su familia la apoyaba a ratos, le hacían algunos comentarios que la dejaban pensando y sobre todo dudando. Sus amigas mujeres, todas, la apoyaron y le daban ánimo e ideas, muchas compartían sus experiencias para darle empuje. Sus padres la juzgaron por dejar a su familia, no les pareció una buena idea que una mujer como ella hiciera un viaje así, sola, ósea en resumen no la apoyaron. Las conversaciones con su marido no las comentamos y me parece que fue un tema no fácil.
El viaje se comenzo a concretar cuando el dinero comenzó a fluir para pagar tickets de avión y algunas reservas. Los amigos del extranjero la llamaban para darle detalles de cómo tenía que llegar a sus casas o a los lugares de encuentro. Aparecían lugares para visitar que no sabía que existían y desaparecían otros por falta de presupuesto.
Llegó el momento de partir con una maleta cargada de consejos y advertencias, además de ropa y maquillaje. Marcela sin mirar mucho atrás se subió al avión y dio la bienvenida a la aventura.
Fue un viaje lleno de sorpresas, encuentros, reencuentros, nuevos amigos, nuevas comidas, paisajes y formas. Era como estar en una película en donde ella era la protagonista. No hubo nada del viaje que fuese desechable u olvidable, pero si hubo un momento en particular en el que ella se dio cuenta de lo que estaba ganando.
Comenzó su aventura en mi ciudad en donde le di una leve introducción a los alrededores, y sin pausa y sin prisa comenzó sus recorridos. Se metió a todos los tours gratis que encontró en la ciudad, recorrió los iconos más importantes, y habló con todos aquellos que se atrevieron a escucharla.
Volvía cada día con una tremenda sonrisa, llena de historias y conversaciones casuales ¡Fue un hermoso comienzo!
Después de unos días partimos a visitar a una amiga que vivía en otro país. Ahí nos encontramos con lo antiguo, lo clásico, la montaña, otro idioma y otra cultura. Ella no cabía de su asombro por todo lo que veía, y cada día la adrenalina corría más fuerte por su cuerpo.
Al momento de separarnos comenzó su aventura sin compañía.
Tenía todo coordinado, ya que esta sería la primera ciudad que visitaría sola. El tren, el taxi, el hostal y el recorrido, todo anotado con detalles y mapas.
Nos despedimos y se fue confiada, sin embarlo cuando llego a su destino se dio cuenta que las cosas no fluirían tan fácilmente como se lo había imaginado. El taxi no estaba, el hostal fue un desastre y los mapas no los podía leer. Rápidamente se puso modo solución, hizo lo que sabe hacer muy bien, le habló a la gente con lo que podía, con el cuerpo, con fotos y con traductor, ¡imaginación y creatividad a mil! Poco a poco fue encontrando ayuda, guías, y ángeles que le iban indicando cómo seguir.
El hostal al cual llegó no era nada de lo que esperaba, estaba lleno, era caro, sucio, y sobre todo no entendía bien cómo moverse en ese lugar. Muchos de los consejos y advertencias que traía en la maleta se desbordaban para mostrarse como alternativa de solución.
Ella mantuvo la calma, logró solucionar, gestionar, y hasta disfrutar todo lo que estaba pasando.
Al día siguiente, con más cuidado y confianza en sí misma, comenzó su recorrido. Después de haber paseado por varios parques, monumentos, museos y construcciones antiguas, decidió tomar un té.
Y fue ahí, tomando un té sin mucha gracia en un lugar cualquiera, en donde ella se felicitó, se apreció y sobre todo se valoró por lo que había hecho, no solo solucionando lo del día anterior, sino que muchas de las experiencias en su vida. En ese momento fue capaz de mirarse con cariño, admiración, y cuidado para apreciar el fantástico ser que es.
Marcela por muchos años se sentía incapaz de cumplir con las expectativas impuestas, y eso la hacía sentir pequeña, tampoco veía que lo que hacia era apreciado por otros, más bien era ignorado. Esto la dejaba soledad y pensando que no importaba lo que hiciera, ella era insuficiente.
Sin embargo, en ese momento se aplaudió, se miró a la cara y se dijo “esta eres tú, una mujer que soluciona, independiente, y eres suficiente.”
Marcela aún recuerda esta experiencia como lo mejor de su viaje, tanto así que cuando lo cuenta se emociona y vuelve a sentir esa sensación de adrenalina en el cuerpo que la impulsó a actuar, solucionar y más tarde a reconocer sus logros.
Ella continuó con su viaje, y muchas otras experiencias como estas la hicieron caer en cuenta de su capacidad, su valentía y de reconocer las ganas de hacer el viaje como a ella le plazca.
Cuando volvió a casa mucho había pasado y su maleta venía cargada de experiencias vividas a su manera, valentía a mil por enfrentarse a lo desconocido, y miradas a si misma que hoy la hacen sentir más que suficiente.
Marcela está lista para nuevas aventuras y aprendizajes por lo que … ¡Esto no para señores¡
Lo que yo veo en esta historia
Esta historia no me pertenece, sin embargo he sido testigo en primera mano de lo que este viaje significó para Marcela. Me siento orgullosa de mi amiga, conectada a su experiencia y me ha nacido una gran admiración por ella.
Creo que hay momentos en la vida en que tenemos la oportunidad de reconocernos y apreciar el ser que somos. Tenemos también la posibilidad de aplaudir y agradecer todo aquello que somos, todo sirve, aunque no lo veamos en ese momento.
También me pasa con esta historia que cuando ella la comparte, aunque ya lo haya hecho muchas veces, vuelve a revivir cada momento, y este en particular. Este compartir hace que otros se inspiren y se motiven a reconocerse en la valentía, la determinación y la suficiencia.
Compartir historias es conectarnos con el ser que somos y todo aquello que hemos aprendido.
Marcela and I have known each other since before we were born; our grandmothers were neighbours and our mothers were close friends who loved to party. We simply continued with this friendship incorporating technology allowing us to make it stronger and maintain the essence of the affection.
There is not a period in my life where she hasn't being present. We crawled together, ate from the same plate, shared our clothes, our beds, dancing and partying. Marcela is a special friend and the most accurate description for her is a complicit sister.
Nowadays, we don't see each other much because we live in different countries; however, we have shared experiences using what technology can offer.
Marcela got married very young, had 3 children and dedicated herself to supporting her family both at work and at home. Without subscribing to strict patterns, in some ways her life has been quite traditional. However, she never had a dog or plants, I think this is a conscious decision to show her rebellious nature.
I, for my part, also got married very young, had 3 children and supported my family at work and at home. My patterns do not look conservative from the outside, but in my opinion they are. I have being living outside my country for many years, and have chosen to adapt to become more flexible to other ways of living.
Many times in our conversations, Marcela asked me about my travels and my life abroad, she would comment about how much fun would it be for her to travel and visit places that seemed so far away, it sounded like a desire she wanted to make real.
Little by little, Marcela became serious about traveling and began to gather money, motivation and courage to embark on her adventure.
Gradually the journey began to take shape and intensity. She contacted friends who lived in cities she would be visiting to have a place to go, and in some cases a bed to sleep in.
However, during her planning, she realized that there were cities where she was going to be alone; it became a focus of concern, but not enough to stop her.
She told her family about her plans, and they made some comments that left her thinking and doubting about her decision. Her female friends, all of them, supported her; they shared their experiences so she could connect with the sense of adventure. Her parents judged her for leaving her family; for them, a woman her age and status should not be traveling alone, in short, they did not support her. We did not discuss the conversation with her husband, but it seems to me that it was not an easy subject.
By the time she was ready to go, the criticism was placed in a box that was not to be open … ever!
With a suitcase full of advice and warnings as well as clothes and make-up, it was time to leave. Marcela, without looking back, boarded the plane and welcomed the adventure.
It was a trip full of surprises, encounters, new friends, new foods, landscapes and ways of living life. It was like being in a movie where she was the protagonist. There was nothing about the adventure that was disposable or forgettable, but there was one particular moment when she realized what she was gaining.
She began her voyage in my city where I gave her a brief introduction to the surroundings, and without pause and without haste she began her excursions. She got into all the free tours she could find, explored the most important icons, and talked to all those who dared to listen to her.
During those days she was with me, and she would came back with a huge smile, full of stories and casual conversations. It was a beautiful beginning!
After a few days we left to visit a friend of mine in another country; there, we encountered the old, the classic, the mountain, another language and another culture. She was amazed by everything she saw, and every day the adrenaline ran stronger throughout her body.
Next, it was time for her to go and start the adventure on her own. She felt confident and ready to take on the world.
She had everything coordinated to feel assured: the train, the cab, the hostel and the route, all written down with details and maps.
Once she arrived at the train station, she realized things were not flowing as easily as she had planned. The train arrived late, the cab did not show up, the hostel was located far away and the maps were unreliable. She quickly went into solution mode, she did what she does best: talked to people with what she can, hand signals, photos, online translator, in short, imagination and creativity kicked to a thousand! Little by little she found help, guides, and angels that showed her how to continue her journey.
The hostel was not at all what she expected, it was full, expensive, dirty, and she did not understand how to move around in that place. Many of the tips and warnings that she brought in her suitcase overflowed to show themselves as alternative solutions.
She kept calm, solving what was showing up, and learning how to enjoy everything that was happening.
The next day, more confident and decisive, she began her tour. After walking through several parks, monuments, museums and old buildings, she decided to have a cup of tea.
And it was there, having a tea without much grace in a random place, where she congratulated, appreciated and valued her for what she had done the previous day. Furthermore, she thought of all those times when she was solving, repairing, helping, and supporting others with their struggles, how creative and resourceful she was to be there for others, and at that moment, she was able to look at herself with affection, admiration, and care to value the fantastic being that she is.
Marcela for many years felt unable to meet the expectations imposed on her, and that made her feel small, nor appreciated by others, but rather ignored and dismissed. This left her feeling lonely and thinking that no matter what she did, she was insufficient.
Yet, at that moment, she applauded herself, looked herself in the face and said: "this is I, a woman who solves, independent, and I am enough."
Marcela still remembers this experience as the highlight of her journey, so much so that when she tells the story she gets excited and feels again the adrenaline in her body that propelled her to act, solve and later to recognize her achievements.
She continued her journey, and many other experiences like these made her realized her ability, courage and desire to make the journey as she pleased.
When she returned home much had happened and her suitcase came back loaded with experiences lived in her own way, courage to face the unknown, and glimpses of herself that today make her feel more than enough.
Marcela is ready for new adventures and learning, so ladies and gentlemen, this is just the beginning!
What I see in this story
This story does not belong to me, however I have witnessed first hand what this journey has meant to Marcela. I feel proud of my friend, connected to her experience and I have a great admiration for her.
I believe that there are moments in life when we have the opportunity to recognize ourselves and appreciate the being that we are. We also have the possibility to applaud and be grateful for everything we are, everything is useful, even if we don't see it at that moment.
This story also makes me think of the importance of sharing, because even though she has already done the trip, every time she talks about it, she recalls this experience in particular, and connects her to the courage, sense of achievement and the fact that she is enough.
Sharing inspires and motivates others to find their bravery, determination and sufficiency; stories like this connects us with the being we are and all that we have learned.
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